martes, 20 de enero de 2009

Un ojo en la siesta

Golpearon la puerta. A mi mamá no le gustaba que atendamos en la siesta porque "pueden pasar mirando las casas".Igual, siempre me asomaba por debajo de la cortina de la ventana,inspeccionando al visitante. Por ahí atendía , si era algún vendedor decía "a ver, ya va", me hacía la que le preguntaba a mi mamá dormida, y ... "Por ahora no".
Habré tenido ocho años, no sé... No me acuerdo si cuando me asomé a la ventana no vi a nadie, pero cuando miré por la cerradura, el ojo marrón del otro lado me miró a mi. Me escondí intantáneamente y ya no golpearon. Los dos nos hicimos los tontos, como si ninguno hubiera visto un ojo detrás de la cerradura.
Verdad: 100%

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